jueves, 13 de diciembre de 2007

RUANDA, CUNA DE SANGRE




6 de Abril de 1994, un pasado que no se olvida, una fecha lamentablemente cumplida, un espacio, un tiempo marcado no solo para la historia de Ruanda, sino también, para la historia de la humanidad; una historia que va entrelazando la gigantesca cadena de siglos y ordena los hechos humanos de modo para nosotros no comprendida. Es una sucesión de eslabones del mal: sangre, sudor y lágrimas de dolor, tristeza, y miedo; de abandono, desesperación y muerte.

“La historia de Ruanda es una historia clásica de manipulación, de etnicismo fomentado, de masificación de la historia (los orígenes de los hutus y tutsis, son hoy, uno de los argumentos más utilizados para hablar de las diferencias raciales y del odio ancestral) una historia clásica, con una finalidad muy concreta: el poder” (Bru Rovira, 1999).

Siglo IV a.C., twas y pigmeos penetran en las montañas boscosas de Ruanda, hacia el VI d.C., agricultores
hutus comienzan a llegar a la región. Para el siglo XXII y XIII granjeros tutsis llegan a este punto de reunión. La convivencia entre estas dos últimas etnias fue simbiótica durante un tiempo, pero para el siglo XVI, los principales jefes tutsis inician unas campañas militares contra los hutus, acabando con sus príncipes de una forma macabra, cruel y simbólica; cortaron los genitales y los colgaron en los tambores reales buscando humillar a sus contrincantes y recordarles que éstos, los hutus, eran súbditos de los tutsis. Finalmente la rivalidad entre los dos grupos, se agudizó con la creación (por iniciativa belga) de varios partidos políticos sobre bases étnicas: la Unión Nacional Ruandesa (UNR) de tendencia anti-hutu, la Unión Democrática Ruandesa (RADER), el Partido del Movimiento de Emancipación Hutu (PARMEHUTU), etc. Existía otro conflicto independientemente de lo político, ya que podemos pensar que es difícil hablar de los tutsis como pueblo y sería más correcto tal vez, considerarlos como una clase social, en relación a los hutus una clase alta, pues estos últimos constituirían la clase baja: esclavos, siervos, etc. La rivalidad étnica es agravada también por la escasez de tierras y su débil economía sustentada en la exportación de café.
Después de varios años sometidos al poder ególatra de los tutsis, para 1994, las milicias hutus llamadas interahamwe, son entrenadas y equipadas por el ejército ruandés para realizar una confrontación con los tutsis.

Según Lidia Melvem (reportera británica) “el genocidio estuvo bien planeado, en el momento del inicio de la matanza la milicia ruandesa estaba compuesta por 30,000 hombres que podían adquirir rifles de asalto AK-47 con sólo rellenar un formulario”, y ¿Dónde se rebasa la frontera de los impedimentos legales a conveniencia?

Se estima que se gastaron 134 millones de dólares en la preparación del genocidio, con unos 4,6 millones de dólares gastados solo en machetes, azadas, hachas, cuchillos y martillos; con objetos nuevos para los varones hutus, y con el peso en sus hombros de la humillación de la derrota, este sentimiento fue transformado en una sed de venganza, en la embriaguez de la guerra exótica.

Abril, 1994. El asesinato del general Juvenal Habyarimana y el avance del
Frente Patriótico Ruandés (FPR), desencadena una multitud de masacres en el país contra los tutsis। Más de 800,000 personas fueron asesinadas, y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio, fue violada; muchos de los 5,000 niños nacidos, fruto indeseable de esas violaciones, fueron injustamente asesinados। La etnia hutu fue la que preparó el aniquilamiento masivo de tutsis, así como también, de hutus moderados u opositores del régimen de Habyarimana y cercanos al Frente Patriótico Patriótico Ruandés. Los tutsis fueron masacrados: se eliminó al 75% de la etnia total, durante el genocidio.

La infamia, maldad y ambición de poder, va aumentando en el transcurso de la historia del individuo, se va perdiendo la sensibilidad del buen ciudadano para enfocarse en su egocentrismo. La matanza en Ruanda, solo es un ejemplo de la capacidad que tiene la humanidad para alcanzar su fin último, a costa de miles de vidas perdidas, por la enajenación a su estúpido orgullo y falta de conciencia humana.

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