jueves, 13 de diciembre de 2007

*EDITORIAL*

La subsistencia y sobre vivencia de la humanidad depende de cada individuo, la sociedad tiene la gran, pero difícil elección, de convivir de manera inteligente y “natural” con sus semejantes, o dejarse arrastrar por la sensación absoluta y enriquecedora del poder.

África es un continente con dos caras, por un lado, la riqueza de sus recursos naturales, por el otro; la explotación de sus habitantes. La pobreza encontrada en este gran continente es alarmante, desesperante y triste para la gente que radica allí, el señalamiento hacia los negros con el nombre de racismo, no es más que la inestabilidad inconciente del superior, del rey, del blanco.

La terrible historia del comercio de esclavos, vendidos por la misma sangre africana con aires de grandeza y superioridad frente a quien más lo necesita, ha sido la principal causa de odio y resentimiento entre las razas; que aún perdura.
Las ansias de poder que se viven en Sierra Leona, son calificadas con dolor y sufrimiento, el negocio ilegal de los “diamantes de guerra” es el resultado de caos, y muerte.

La cuna de sangre derramada en Ruanda, ha sido una de las marcas inolvidables y permanentes para este país, la rivalidad de las diferentes etnias, no es más que un olor exquisito a muerte, a dolor y a venganza. Probablemente nunca se sabrá en realidad cuantos muertos provocó el genocidio en Ruanda, se calculan entre 800,000 y 1.000,000, estaríamos hablando alrededor del 11% del total de la población ruandesa. Tanta sangre, tanta muerte, tanto dolor ¿de que han servido?, la falta de voluntad de la sociedad por “un mundo mejor” ¿se ha pensado? Talvez solo es una simple pero muy profunda necesidad de sentirse vivos y afortunados frente a otros, es por ello la búsqueda e invención de miles de religiones, por simple necesidad de creer en “ese alguien” que en muchas ocasiones, resulta ser el escondite de las infames actitudes que tomamos frente a la vida, la justificación de nuestras acciones siempre esta presente en gran parte de la humanidad, en la palabra del señor.

Religión y Guerra, más que significados, sensaciones del hombre: creación y justificación; un cuento de nunca acabar, creación de la guerra, para la sobre vivencia y reconocimiento del más fuerte; justificación de sus actos, a través de la palabra religión.

El reconocimiento de África ante el resto del mundo, no debería ser: el sanguinario, el sometido, el de constantes luchas, el de permanente pobreza, el de los “negros”; el de los siervos, el de los esclavos. La validez de este enorme continente, no radica en su extensión territorial o exportación de sus productos, sino en el corazón de las personas que se encuentran en constante lucha para no olvidar el mayor de sus sueños…. Su libertad.

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